La histórica medalla conseguida por Diego Amaya Martínez en los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud Lausana 2020, ha recorrido un camino de grandes sacrificios, mucha constancia, trabajo planificado y arduas jornadas de entrenamiento por parte del deportista, su familia y la Federación Colombiana de Patinaje, un conjunto de elementos que se fundieron en esa presea plateada conseguida en la pista natural sobre el lago St. Moritz de Suiza.
Un sueño que en la cabeza de Diego nació en el año 2014, quien con tan solo once años de edad, le expresó a su madre, Betty Martínez, que quería ser campeón olímpico como aquellos deportistas que alcanzaban la gloria en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi y que observaba a través del televisor. Ya sus ilusiones rodaban sobre ruedas en los patinódromos de Bogotá en los que se convirtió en deportista federado. Paralelamente, fue precisamente esos sueños de ver a los patinadores colombianos como campeones olímpicos los que despertaron en Alberto Herrera Ayala, presidente de la Federación Colombiana de Patinaje, la idea de competir en los deportes de invierno, un proyecto que muchos llamaron “locura” pero que el máximo dirigente del patinaje colombiano denominó “Del Trópico al Hielo” y que se empezó a consolidar en el 2015, dado que en noviembre de ese año se solemnizó el convenio llamado Transición Program con la Federación de Estados Unidos, la Federación Internacional, el Óvalo Olímpico de Utah y la Fedepatín y que permitió la participación por primera vez de tres deportistas colombianos en una World Cup en categorías mayores.
Amaya empezó a patinar a los cuatro año en el club Truenos de Bogotá con el técnico Diego Castro, luego pasaría al club Alexandra Vivas para continuar con su formación y terminar este proceso sobre ruedas en el Bogotá Élite con el entrenador José Díaz Granados en donde estuvo algunos meses antes de viajar junto a su madre, en octubre de 2016, a Virginia, Estados Unidos, donde se instalaron con su hermano para iniciar sus primeros entrenamientos sobre el hielo, un gran sacrificio familiar por el futuro deportivo de Diego. En ese año, ya la Federación Colombiana de Patinaje estaba consolidando el proyecto de los deportes de invierno y había realizado dos campeonatos nacionales en el óvalo olímpico de Utah, en Salt Lake City, Estados Unidos.
Un año después, en octubre de 2017, luego de superar una lesión, los caminos de Diego Amaya y la Federación Colombiana de Patinaje se cruzaron de nuevo para solidificar ese sueño olímpico. El deportista llegó a Salt Lake City en el marco de un evento de la ISU, es allí donde se reúne con los directivos de Fedepatín, y el presidente de la entidad le ofrece su respaldo para que siga un proceso con acompañamiento institucional y lo invita a participar en el 3er. Campeonato Nacional realizado en esa misma sede, iniciando de esta manera su compromiso de lograr las marcas mínimas que le permitieran ganar un cupo para Colombia en las copas mundo junior de la ISU (Unión Internacional de Patinaje), rectora mundial del patinaje sobre el hielo. En enero de 2018 alcanza su objetivo al lograr la marca mínima de los 1.000 metros con lo que participa, gracias al apoyo de la Federación Colombiana de Patinaje, en dos eventos: ISU World Cup y la ISU World Junior Speed Skating Championship de Salta Lake City, consiguiendo como mejor ubicación el puesto 38 en los 1.000 metros y la casilla 17 en la mass start.
Así comenzó el sueño para poder llegar a los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud Lausana 2020, vistiendo el uniforme de la Selección Colombia. En su vida personal, su familia tomó otra decisión trascendental, pasar a vivir en Salt Lake City, ciudad en la que la Federación Colombiana de Patinaje tiene instalada su base del patinaje sobre el hielo gracias al convenio firmado con el Óvalo Olímpico de Utah.
El inicio de la temporada 2018-2019 empezó a entregar los avances en su preparación. Durante el Desert Classic realizado en Salt Lake City en el mes de septiembre de 2018, los tiempos de Diego en los 1.000 y 1.500 metros le permitieron ubicarse en el top 5 mundial, luego, en febrero de 2019, viajó a Baselga Di Pine, Italia, en donde participó en la Copa Mundo Junior logrando un pesto 18 en los 1.000 metros y el 17 en la mass start. En ese mismo escenario participo en el Campeonato Mundial Junior alcanzando la que sería en ese momento la mejor ubicación de un colombiano en el patinaje sobre hielo en una competencia mundial de la ISU, el puesto 12 en la mass start.
En el 2019, la Federación Colombiana de Patinaje apoyó a Diego para la consecución de sus patines a molde y las cuchillas para competencia, dotándolo además de los uniformes necesarios para cada temporada, tanto en pruebas de velocidad como de fondo, y garantizando los costos del programa de entrenamiento en el óvalo de Utah . Es así como para el cierre de esta temporada, 2018-2019, el patinador colombiano logró sus primeras medallas de oro durante el 4º Campeonato Nacional llevado a cabo en Milwaukee, Estados Unidos, donde ganó los 500, 1.000 y 1.500 metros. Paralelamente participó en la America Cup, campeonato en el que se ubicó, compitiendo con deportistas de la categoría mayores, en el tercer lugar de los 1.500 metros y en la quinta casilla de la mass start.
La definitiva temporada 2019-2020 la inició Diego Amaya con su participación en la Desert Classic en Utah, logrando un quinto lugar en los 1.000 m, séptimo puesto en los 1.500 m y novena posición en los 500 m, llevando a cabo una muy buena preparación para afrontar en noviembre las ISU World Cupo Junior clasificatorias a los olímpicos de la juventud, eventos a los cuales asistió con el soporte y acompañamiento de la Federación Colombiana de Patinaje, contando con su delegado, un técnico y un fisioterapeuta, y con respaldo del Comité Olímpico Colombiano y el Ministerio del Deporte. En la primera de estas copas mundo, en Noruega, el patinador colombiano realizó una destacada actuación que lo acercó a Lausana 2020. Ocho días después, en Holanda, de nuevo mejoró sus tiempos y ubicación lo que le permitió adquirir el tiquete a los olímpicos.
UN CAMINO CERTIFICADO CON MEDALLA DE PLATA
Fue precisamente en los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud Lausana 2020, donde quedó certificado que la unidad, el sacrificio, la constancia, la planificación y la entrega a un deporte convierten el sueño en realidad.
En la pista del lago St. Moritz, los 500 metros dieron la primera campanada al lograr la cuarta posición a tan solo 38 centésimas de segundo del podio olímpico. Al siguiente día, en los 1.500 metros de nuevo ocupó la cuarta posición y la posibilidad de medalla se escapó por 13 centésimas de segundo. En la prueba de equipos mixtos, conformados por deportistas de cuatro países, un error técnico de sus compañeros, no le permitió celebrar el segundo lugar que habían alcanzado luego que fueran descalificados.
Fue la mass start, una prueba en grupo y que se define por puntos, en la que Diego Amaya pudo celebrar, y junto a él, todo un país. El recorrido de 4.000 metros (10 vueltas) le entregó al final la alegría que tanto había buscado, una medalla de plata olímpica de invierno, la primera en la historia del deporte de Colombia, con la que se demostró que los sueños se alcanzan, y con la que quedó demostrado que aquella “locura”, como la habían llamado algunos, no era así, era un proyecto sólido que ideó, sustentó y consolidó Alberto Herrera Ayala y que encontró aliados como el gerente deportivo de la Fedepatín, Jorge Roldan, fisioterapeutas, técnicos americanos y lo más importante, unos deportistas que confiaron en su palabra y se dedicaron a preparar este camino como el logrado por Diego que ya hoy deja de ser un sueño y se hace realidad. “Del Trópico al Hielo” está ya certificado con un podio olímpico.